Y se preguntaran... ¿Por que lo vuelvo a poner?
Pues veran... resulta que esta es una version nueva...
La misma historia pero contada de otra forma distinta...
Y esto lo tuve que hacer porque la version anterior era mas larga de como lo pedian, por lo que tuve que reescribirla... T.T
Pero ya que... Lo importante es que... ¡LO LOGRE!
Y aqui esta... Espero que les guste mas que la otra version... X3“Rosa Negra Para Una Pianista”
Sombras quepodían tomar la forma de cualquier bello paisaje, un dulce sonido de piano acompañado con una hermosa voz angelical, y una joven en espera del abrazador silencio de la muerte.
— Mi pequeña Rose, no llores más. — Y no lo hizo. No porque aquel hombre se lo hubiera pedido, sino porque ya no había razón para hacerlo. Pronto se dio cuenta de la única verdad, la única realidad, y no aquella que había dictado esa carta y esa rosa.
Sabía que todo terminaría en ese mismo lugar en donde tuvo un comienzo; era irónico en realidad, pero aún así no podía dejar atrás todo el dolor que aquel hombre la había causado horas atrás, justo cuando leyó su carta:
[i]“Perdona por todo este tiempo que te hice perder a mi lado; yo sí me arrepiento de haberlo vivido. Perdona por todas las palabras que te llegue a decir alguna vez; ninguna de ellas eran ciertas…”
Y las palabras eran escritas en el aire y en su mente. En su rostro se reflejaban al recordarlas…
“Espero que pronto logres encontrar a alguien que en realidad te merezca amar, alguien que no sea yo, porque yo no te amo. Ya hay alguien para mí, por eso, perdona.
Si de verdad deseas comprobar que lo que digo aquí es cierto y escucharlo de mis propios labios, ven a media noche a la orilla del lago donde nos conocimos.
Y por favor, Perdona.”
Sí, aún había retazos en su memoria, de aquellas crudas palabras que ese hombre le había dedicado a través de aquella carta que recordaba, y el dolor que recorrió su anatomía cuando lo comprobó con aquel color que adornaba una rosa.
— “Si algún día el rojo de esta rosa se oscurece, entonces sabrás que no te amo mas. Pero… ¿Sabes? Nunca antes he visto una rosa negra.” Esas palabras, que en ese día lejano parecían tan irreales, en aquel momento se habían cumplido y a pesar de eso aún podía sonreír, sonreírle a aquel hombre que había arruinado su vida por completo y que prontamente le daría fin a la misma.
Lo odiaba, claro que lo odiaba, pero aún así no podía pasar por alto el lindo gesto que le hacía al no dejarla respirar un minuto más en un mundo en el cual ya no continuaba latiendo ese corazón que siempre amó con locura y por mostrarle la verdadera realidad, y no aquella que él mismo había creado.
Y ahora podía morir feliz, porque sabía que pronto se reuniría con él, y que el negro de esa rosa, que la había condenado a la miseria, no fue por falta de amor sino por falta de un corazón.
— Tú nunca fuiste mía — pronunció aquel hombre con veneno en su voz – y nunca vas a ser de nadie más…
La joven sonrió por primera vez desde su llegada a aquel lago, le dirigió las primeras y últimas palabras al hombre que en ese momento llevaba un cuchillo directamente al corazón de ella.
— Byron… Gracias… — Ahora podría estar de nuevo con el verdadero hombre que amo y que horas atrás había muerto a manos del mismo asesino, que en esos momentos tenía frente suyo.
Y su vida termino gracias al amor que nunca pudo corresponder…
Sombras que deformaban a cualquier bello paisaje, un dulce sonido de piano acompañado con una hermosa voz angelical que dieron el paso al silencio sepulcral, y una joven que se desplomaba inerte al frio suelo, junto a una carta y una rosa negra.
Todos la ovacionaron de pie, no solo por su extraordinario talento al piano ni por su hermosa voz angelical, sino por aquel talento nunca antes visto en aquel mundo.
Nunca creyeron que aquel espectáculo que sólo prometía ser otro común recital de piano, resultaría ser en realidad una exhibición de habilidades extraordinarias nunca antes vistas.
Todo había comenzado con aquella joven y hermosa pianista en el fondo del escenario, un lugar que muchos habían considerado algo inapropiado para un simple recital de piano. El aspecto físico de ella y la extraña posición que había tomado en el escenario era sólo el principio de sus sorpresas.
Cuando comenzó a tocar, ante los ojos de todos sus atónitos espectadores, unas sombras comenzaron a dar paso a la creación de un mundo absolutamente realista enmarcado por su bella voz angelical. Aquel espectador que hubiese llegado tarde, hubiera podido jurar que todo aquello no era más que otra obra de teatro más. Pero no, no era una simple obra de teatro, si no algo realmente espectacular que contuvo, durante varios minutos más, la ovación de todo su público espectador.
Más que eso, lo que abundaba a su alrededor eran esas preguntas de todos aquellos que aún no podían aceptar el realismo de aquel talento… ¿Qué fue todo eso? ¿Cómo lo has podido hacer? ¿Todo eso fue real? ¿Desde cuándo lo haces?, y miles de preguntas más a las cuales la pianista solo respondía con una dulce sonrisa:
— Es sencillo. Solo basta con recordar el pasado y crear el futuro. — Y agregaba — Sobretodo el crear un futuro.
Y así fue como con esas palabras poco a poco se fue disculpando y salió de aquel teatro en el cual aún permanecían miles de personas ansiosas por conocer más sobre aquella bella y extraordinaria pianista…
Llegó a una pequeña y antigua cabaña. ¿Qué si ese era su hogar? En esos momentos lo era, era el hogar que con tanto gusto había arrebatado. Con un hermoso ramo de rosas rojas entro en ella, pero prontamente lo arrojo con desprecio al suelo. Solo había una rosa que le interesaba.
Su vista se fijo rápidamente en un viejo y arrumbado estante de cristal, en donde una sola rosa era exhibida. Pero lo extraño de aquella rosa no era lo solitario de su posición, sino el color negro que adornaba todo sus pétalos. La joven sonrió con satisfacción en cuanto la vio.
Volteó a sus espaldas y observó el cuerpo de otra joven que yacía inerte en el suelo. Se acercó a ella, y tomó con gran alegría su brazo con la sola intención de tomar su pulso. Su sonrisa se ensanchó en cuento lo confirmó… ella ya había muerto. Afuera, el cielo comenzaba a oscurecer.
Era tarde ya y aún tenía muchas cosas por hacer; desechar un cadáver al lago y esperar ahí para ver la última mirada viva del hombre que solo debió de ser de ella. Así que corrió con cierta alegría hacia el fondo de su hogar, y ahí observó pensativa una serie de pertenencias ideales para acabar con los latidos de alguien.
Pensó en el veneno que antes había usado en la joven, pero su reacción era demasiada lenta para la situación en la que lo necesitaba; así, que sin perder más tiempo, tomó un simple y práctico cuchillo y se dirigió, con el cuerpo inerte que debía desechar, hacia el lago.
No tardó mucho en que el joven, cuyo corazón entregó y cambió por el de otra chica, llegara a su presencia. Ella, la pianista, no perdió tiempo en palabras inútiles y arrepentimientos de última hora. No, se dirigió con decisión hacia la persona que más amaba en esos momentos y clavó un cuchillo en su pecho.
— Gabriel, tú nunca fuiste mío — comentó las palabras con cierta crudeza en su tono de voz, que daba un contraste aterrador con su sonrisa - y nunca vas a ser de nadie más…
Con el cuerpo sin vida que había caído al suelo, la bella pianista tomó una hoja de papel que él había aferrado a su pecho hasta el último aliento; aquella carta que horas atrás había presentado ante su público.
Una carta que contenía toda huella de su toque personal, pero cuyo remitente era la firma de una joven llamada Rose…
FIN